Realmente uno nunca puede decir "nunca". El día a día, las relaciones con nuestros seres queridos, las circunstancias, el amor a los hijos, el miedo al futuro, nos cambian. Y bueno, lo hacemos muchas veces sin darnos cuenta. A veces, cuando sentimos el pinchazo de que algo está mal, o más bien, fuera de lugar, nos sorprendemos y nos justificamos o bien tomamos partido. Eso me está pasando a mí con el asunto de la Primera Comunión del pequeño P.
Resulta que mi padre fue ateo por convicción. Nacido de un padre ateo (pobre, trabajador y revolucionario) y de una madre católica (rica, hija de familia y muy clasista), recibió la educación católica a escondidas, mientras su padre se subía a trenes y luchaba en los 40's y 50's mexicanos a favor del comunismo. La época dorada: cuando Diego y Frida, Vasconcelos, Lombardo Toledano, y mucha gente más, pensaba que era la solución para sacar a México de la miseria, de la desigualdad y de la injusticia. Gente entregada, luchona, trabajadora, que sacrificaba sus días festivos y el tiempo a sus familias para hacer campañas y luchar contra un gobierno injusto, nada diferente del de nuestros días. Así creció mi padre, con un ejemplo y una educación divididas. Mientras eso sucedía, mi padre recibía su catequesis con sacerdotes que inflingían penitencias y rezos extensos, que hacían misas en latín y que condenaban las prácticas comunistas. Dicho lo cual, mi padre se hizo ateo, rebelde como fue siempre. Así entonces, sus hijos nos criamos como ateos, siendo yo la única (por ser la única por 7 años) que fue bautizada. Los demás ni bautizados ni nada. Ninguno fue a las clases de catequesis, se confirmó ni hizo la primera comunión. A pesar de éso, y más por tradiciòn social, conveninecia, imagen y gusto, los 3 casados lo hemos hecho por la iglesia católica, siendo mi hermana, la que vive en Francia, la más fuera de la ley, puesto que sin los antecedentes educacionales católicos, lo hizo ante la iglesia catòlica, con un francès luterano. Así pues, todos hemos crecido fuera de la iglesia católica.
Sin embargo, y tratando de ser como creo que soy, amplia de pensamiento, tolerante y tratando de dar a mi hijo una educación más abierta de la que yo recibí, decidì inscribirlo a una escuela católica. Me dijeron que los jesuitas eran los más "open mind", los cristos negros, los revolucionarios, los que siempre han estado vetados por el Vaticano. Los que recogieron los pensamientos de Rousseau y de Kant. Y pensando en que yo no tuve opción, sino que fui atea por herencia y no más, decidí inscribirlo ahí. No en balde desde un Fidel Castro hasta un Adolf Hitler recibieron una profunda educación religiosa que luego les permitió vetarla, abandonarla, rechazarla, repudiarla. Yo no puedo repudiar algo que no conozco. No sé rezar. No entiendo éso de los sacramentos. Nadie en mi casa fue a misa nunca. No sé de vìrgenes ni de crucifijos. Me gusta el Ave María de Schubert y las Madonnas de Raffaelllo, me gustan las iglesias góticas francesas y reconozco que he comprado íconos coptos y que me encantan las representaciones religiosas del primer milenio... sin embargo, sigo sin saber rezar. A los que me preguntan, les he dicho lo mismo: la misa me parece un gran "performance". En un lugar agradable (las hermosísimas iglesias del centro històrico, como la de la enseñanza, donde me casé, que tiene el ùnico retablo de barrroco anástilo y que es parte de la primera escuela de mujeres en toda Amèrica), de repente te sientas y escuchas, te paras y meditas, te hincas y te acongojas, te paras y sueltas tu alegrìa. Te sientas y vuelve a comenzar. Todo delante de alguien que usa túnicas de colores, toma vino, se dirige a un altar dorado con flores, donde todos parecen no tener prioridad en una fila en donde se les da un disco blanco que los hace sentir mejor... a veces con mùsica, a veces de Bach, a veces con ventanales, a veces con vista al bosque, como en el caso de la iglesia de Rancho San Francisco donde a veces voy y donde bauticè al pequeño P... todos iguales, todos queriendo arrepentirse y renacer y ser mejores..
En fin, no lo sé... ¿será que al final de mis días me estoy volviendo religiosa? ¿yo, la atea, no por convicción, sino por educación? ¡será el nuevo milenio? ¡será la edad?
domingo, 25 de mayo de 2008
miércoles, 7 de mayo de 2008
lunes, 5 de mayo de 2008
Ya llegó la primavera
Tengo la casa llena de flores... flores de ajo en la sala para espantar a los vampiros, maraca y estrellitas en la entrada para acompañar al hermosísimo escriba cuyo nombre aún no he encontrado, girasol junto al teléfono para hacer las conversaciones más alegres, hortensias en la jardinera para alegrar a los colibríes que me visitan y más estrellitas en mi buró cuidando a mis señores cara de papa... ¡me encantan las flores! Y me encanta vivir en México, país florar por excelencia.
jueves, 1 de mayo de 2008
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